martes, 6 de abril de 2010

Begoña Alberdi nos presenta Vittoria.

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Una pareja de altura. O, si ustedes lo prefieren, a la altura del delirante planteamiento de Vittoria, el paródico y desbordante cabaret lírico que desata sin parar la risa en el Club Capitol. La soprano Begoña Alberdi, con su desmelenada vis cómica y su espectacular registro vocal, y la aparentemente delicada, y también cañera, actriz Gretel Stuyck son las responsables de que la pieza, escrita por Marc Rosich y dirigida con excelente sentido de la medida del formato por Antonio Calvo, entre desde el principio como un refrescante mojito en un caluroso día de verano.
El cara a cara en escena de dos personajes antagónicos de Shakespeare como el de la dominante y manipuladora Lady Macbeth (encarnada con perfil dominatrix por Alberdi) y el de la timorata, panoli, pero maliciosa Ofelia (resplandeciente y atractiva Stuyck) termina siendo una acertada idea, sobre todo por la eficacia de un resolutivo texto que funciona muy bien en escena.
Ofelia, harta de la indiferencia de un Hamlet que no le hace caso y de la muerte que le espera siempre al final de cada función, resulta el contrapunto perfecto por su bobería de una agresiva y caricaturesca Lady Macbeth, que aparece como vestida en un sex shop, y a la que la ficción sitúa en la ópera, hasta el punto de hacerla expresar, hablando y cantando, en lengua italiana.
Con Josep Ferrer al piano y haciendo puntualmente de actor, Alberdi se luce interpretando arias y lieds relacionadas con la trama del espectáculo Nel di della Vittoria, de Verdi, de la que se extrae el título del montaje, y piezas de Berlioz, Wagner, Bellini y Offenbach salen de su garganta con la fuerza y garra interpretativa propias de la artista, que recientemente triunfó con Alba eterna, de Albert Guinovart, y antes con Tirant lo Blanc y Don Carlos, obras montadas por Calixto Bieito.
El ágil encaje de los gags, con abundancia de juegos lingüísticos, hace que nunca decaiga la función. Son muy divertidas las incursiones de Lady Macbeth cuando ofrece a una Ofelia que también canta cuchillos para que se suicide con el efectismo teatral que da la sangre. Y están a la altura las réplicas de Stuyck, atínadisima en los recursos gestuales. Una gozada este espectáculo que solo está en cartel hasta el 18 de abril. Merece la prórroga

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